El pasado jueves 22 de marzo el presidente de los EEUU, Donald Trump, firmó un memorando "sobre la lucha contra la agresión económica de China" con el que establece nuevos impuestos a los productos importados desde el país asiático, y da otro paso hacia la guerra comercial contra sus competidores y proveedores.
Dicen algunos analistas que la decisión es una muestra más de las debilidades de EEUU, nación que impulsó la globalización pero que ahora "se le vuelve en contra, por el envejecimiento de su industria". Se trata de un plan tarifario anual de 60 mil millones de dólares para productos chinos que reafirma la tendencia del presidente y magnate a mezclar intereses económicos y de seguridad para ejercer presión sobre China.
La medida busca recaudar dinero para compensar los recortes anteriores de impuestos internos, además Trump prometió recuperar puestos de trabajo y reducir el mayor déficit comercial que ha habido en siete años, unos 566 mil millones de dólares. Precisamente la mayor brecha comercial es con China: 375 mil 100 millones de dólares, lo que representa un aumento anual del 8,1%.
¿De dónde viene la brecha?
La posición ventajosa de China frente a EEUU, particularmente en rubros como acero y aluminio, se debe a los niveles de sobreproducción causados por la expansión de la producción de China. En el año 2000 el aporte de la producción china de acero al total mundial no llegaba a un tercio, en 2016 produjo el 51%. Cuando todos los grandes países redujeron su producción de acero, China la duplicó desde comienzos de siglo. Con el aluminio ocurre casi lo mismo: EEUU fue un importante productor hasta 2005, pero hoy en día China produce la mitad del aluminio del mundo.
Abriendo la toma puede verse que, en cuanto a exportaciones al mundo, EEUU creció poco más de seis veces mientras que China lo hizo por encima de 70 veces.
¿Quién gana y quién pierde?
El superávit comercial de China en el campo de la electrónica y equipamiento eléctrico, se contrapone al déficit significativo en el comercio de productos agrícolas, equipos de transporte y servicios. Las importaciones chinas de productos agrícolas, cuero y aviones representan una parte importante de las exportaciones estadounidenses. Por lo tanto, estos sectores podrían ser afectados si el gigante asiático quisiera imponer sus propias sanciones comerciales a EEUU.
Una guerra comercial socavaría los intereses de los consumidores estadounidenses (motor de la economía mundial), las empresas y el mercado financiero directamente. Hua calificó la brusca caída de las acciones en EEUU el mismo jueves como "un voto de desconfianza por parte del mercado financiero hacia las políticas incorrectas relevantes y los movimientos del lado estadounidense".
Se afirma que China no será la principal afectada por esas medidas, sino los aliados más cercanos de EEUU, que es el mayor importador de acero del mundo con 20 millones de toneladas anuales por valor de 24 mil millones de dólares. El principal abastecedor es Canadá, con el 17% del total, seguido de cerca por Corea del Sur y Brasil. Trump ha prometido que hará excepciones a aliados como Argentina, Canadá y México, con lo que intenta mantener el control directo y la incondicionalidad de sus aliados. China es apenas el undécimo exportador de acero a EEUU. Proveedores importantes como Japón, Alemania y Taiwán, serán también perjudicados por las medidas anunciadas.
China espera reducir notablemente las barreras de acceso al mercado, facilitar la inversión y alentar la entrada de capital extranjero en más regiones, las estrategias de cooperación que lleva a cabo su diplomacia le permitirá diversificar mercados. Mientras EEUU se pelea con medio mundo, incluyendo sus más cercanos aliados, China apuesta por más libre comercio y más globalización sin agendas bélicas. En este sentido el avance de su relación con Europa permitirá estrechar relaciones que aíslen a EEUU mientras persista esa visión única y excluyente.
Es así como China ya opera cerca de 20 líneas de trenes de carga que le comunican directamente con ciudades europeas como Londres, Madrid, Rotterdam o Varsovia mediante la ruta China-Madrid que lleva funcionando más de un año y es el servicio ferroviario más largo del mundo que será optimizado por empresas rusas a un costo total de 242 mil millones de dólares.
Hace años EEUU dejó de ser la superpotencia que aportaba el 50% de los bienes producidos en el mundo, luego de la Segunda Guerra Mundial. Hoy asistimos al colapso de una nación endeudada y dividida que pasa por complejos conflictos sociales, que no es el punto de referencia económico y político que fuera para los países occidentales.
Fuente / Misión Verdad. com
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